Hoy es el Día Mundial de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII). Se trata de un grupo de enfermedades idiopáticas caracterizadas por la inflamación del tracto gastrointestinal con una prevalencia de hasta el 0,3%, siendo las dos más frecuentes y conocidas la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Tras un diagnóstico de EII, la prioridad es controlar la situación aguda. Sin embargo, se estima que el 39% de los pacientes con EII experimentan síntomas similares a los del síndrome de intestino irritable (SII), y que, según recientes investigaciones, son frecuentemente provocados por un sobrecrecimiento bacteriano de intestino delgado (SIBO).
El SIBO es una forma de disbiosis microbiana caracterizada por un crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado que provoca síntomas como flatulencia, hinchazón, diarrea o estreñimiento y dolor abdominal. A menudo coexiste con la EII, y la sintomatología provocada por el SIBO a veces conduce a una mala interpretación de EII activa. Sin embargo, el tratamiento y el pronóstico de ambas patologías son diferentes, por lo que un diagnóstico correcto es crucial. Se sabe que existe una alteración del microbioma intestinal en pacientes con EII, sin embargo, la relación entre EII y SIBO solo ha sido demostrada recientemente.
La prueba de referencia para diagnosticar el SIBO es la presencia de 103 unidades formadoras de colonias / ml en el aspirado yeyunal. Sin embargo, este procedimiento es altamente invasivo, requiere anestesia y es costoso de realizar. Por lo tanto, la prueba de aliento de hidrógeno y metano, no invasiva, cómoda, rápida y significativamente menos costosa, es la más empleada para el diagnóstico de este trastorno. Se trata de una prueba relativamente sencilla que detecta estos gases en el aliento del paciente tras la ingesta de un sustrato, lo que es una consecuencia de la fermentación bacteriana intestinal.
En 2018, se realizó una investigación para evaluar la efectividad del tratamiento con SIBO en pacientes con EII, observándose una mejora significativa de los síntomas de la EII después del tratamiento del SIBO, lo que demuestra la importancia de diagnosticar SIBO en este grupo de pacientes para garantizar que se trate la afección correcta y que los síntomas de ambas patologías no se sumen, empeorando la calidad de vida de los pacientes.